El Asombro, versión fotolibro

Foto por Miguel Ángel Felipe
Foto por Miguel Ángel Felipe

La alegría de ver una serie que se concreta en una publicación, es algo que me emociona tremendamente. Me siento como cabra chica con juguete nuevo. Lo que más me alegra es que es una publicación hecha con cariño, impresa en casa, con las manos de personas que admiro mucho y que ponen el corazón en lo que hacen.  Es un fotolibro para querer.

 

El Asombro es una serie que me ha llevado por caminos muy extraños, inesperados. El año pasado pude mostrar la serie en el visionado de portafolios del FIFV. Eso me generaba mucha ansiedad, la ansiedad de echar afuera el mundo privado, los conflictos internos, la propia mirada. Los consejos de todos fueron muy bien recibidos, las palabras de Gilles Favier, Mauricio Toro-Goya, Paolo Verzone fueron cuidadosamente anotadas en una libretita porque la memoria es frágil. Con Romina Resuche tuvimos una larga conversación, que atesoro. Me dijo que era una serie autobiográfica, que las autobiografías son lo que son: no necesitan tanta explicación. Después de varios días deambulando por Valparaíso tomo el bus de vuelta a Santiago. En el terminal un flaco me ofrece un pasquín de barrio, "por una moneda". Ya arriba del bus abro el diario impreso en hoja de roneo, y me encuentro con una sección de citas, pues había una de León Tolstoi que me hizo pensar en lo ingeniosas que se presentan las casualidades. Decía: "La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que sé me ha sido dado por el corazón. A un gran corazón ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa". Clarito. Fue igual que las fotos de El Asombro: una revelación del corazón. Porque la razón está sobrevalorada, porque la fotografía que más disfruto hacer es la que me emociona.

 

Lo bonito está en creer. Creer en estas fotografías es algo que me costó tiempo, años. Entonces este pequeño y frágil fotolibro, de 16 páginas, impreso en casa, cosido a mano, para mí significa algo gigante. Es un aprendizaje que no termina aquí, pero es una parada en el camino para conversar y recolectar historias con otros viajeros, que están en la misma que uno: creyendo en las imágenes vividas.

 

Leslie Miranda.

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